III. EL ASCENSO
3.2 LA GRAN TRANSFORMACIÓN
Pese a que la pieza del ascenso, así como las piezas pasadas, se dividía en 2, la primera mitad también se presenta como parte de la escenificación de la segunda, como introducción a la alternativa de lo que se plantea durante La Gran Transformación.
Plantear un ascenso no era cosa de representación, sino de literalidad, sino, cualquier paralelo malformaría la constitución simbólica que la pieza tenía, por lo que era primordial que la pieza tuviera real ascenso mientras algún acto era llevado acabo recreando la transformación del ser maduro al conejillo de indias, así que lo primero en la lista de tareas para la realización de la pieza, era conseguir un espacio capaz de ascender mientras se ejecutaba la acción: un elevador. Pero no podía ser cualquier elevador, tenía que ser uno lo suficientemente grande para ejecutar un performance con público ahí dentro, con toda la instrumentación, y a la vez lo suficientemente alto para que no durara sino lo que debía de durar; entonces decidí que el elevador de la Torre de información del Cenart era el indicado para elaborarlo. Solo había que conseguir permiso o ver qué.
La idea que se me había ocurrido que a cualquier experiencia nueva parecería hozadía, se cimentaba en una pieza anterior realizada en el elevador de la Biblioteca Central del Cenart: “El Primer Viaje a los Infiernos”, Instalación sonora de 12 horas basadas en los capítulos del cómic Spawn donde baja al infierno. En aquella instalación, los ingenieros me sugirieron que sería mejor armar una pieza en el elevador de la Torre, y fue de ahí donde saqué el atrevimiento para solicitar éste elevador.
Primero fui al departamento de mantenimiento, donde me ayudaron la vez pasada, ellos me mandaron con el arquitecto en jefe del mantenimiento, donde les agradó la idea, pero de ahí me mandaron con el secretario técnico del cenart, para ellos tener la autorización del uso del elevador. Tuve que hacer una carta que tenía que firmar la Esmeralda sustentando que procedía de ahí, y que ellos apoyaban con fines institucionales el proyecto que realizaba. Ya al tener el documento lo tuve que llevar a la torre con la secretaria del secretario, y ahora era esperar a que ellos me llamaran para una reunión donde yo expondría lo que pretendía hacer.
A la par de esto, empecé a buscar a la cantante que interpretaría al Ser en Ascensión, para la cual ya tenía a una soprano en mente, sin embargo, ella nunca respondió ni siquiera con una negativa la invitación para participar.
La respuesta de la torre no llegaba y luego de alrededor de quince días decidí ir a preguntar, y fue ese mismo día cuando me dieron la reunión.
La primera impresión que el señor que me atendió me dio fue fatal. Al llegar, expuse el proyecto tal como se pretendía presentar: En un principio, la pieza consistía en que tanto la cantante (El Ser Ascendiendo) y el baterista (El Latir) tocarían sobre el techo del elevador, así, la gente que asistiera no los podría ver, pero sí escuchar; y en cuanto todo lo demás, todo era igual a como se presentó. De esto surgió el primer pero, el cual se justificaba con las medidas de seguridad inquebrantables por el bienestar de todos los que estén en donde las responsabilidades de este hombre alcanzaran, lo cual comprendí, y no quise entrar en discusión, por lo que sugerí que podía cambiar la ubicación de los intérpretes al interior de la cabina; sin embargo a partir de esta primera negativa comenzó a negar todas las propuestas y sugerencias, llegando hasta a criticar al gremio artístico, a los estudiantes, los que me apoyaban, yendo estos desde los docentes hasta los de mantenimiento que ya me habían dicho que contaba con ellos, por lo que la primera reunión terminó siendo un fracaso.
Como El Conejillo ya era proyecto para mi materia de multimedia, la cual cursaba con el maestro Andrea di Castro, y para el cual ya había expuesto los objetivos del éste. La noche misma luego de la entrevista con la Torre, le escribí sobre la negación, y que tendría que reescribir la pieza para no solo abandonarla, así que él me dijo que iba a ver qué podía hacer al respecto, y luego me avisaba. Al día siguiente me mandó una copia del mail que yo le había enviado antes, pero con el director del cenart y el director de la Esmeralda como destinatarios, por lo que inmediatamente me mandaron llamar de la secretaria académica de la Enpeg para atender el asunto. Me recibió el secretario académico, al cual le narré mi historia y proyecto, y dijo que iban a ver qué se podía hacer.
En menos de una semana después, el secretario académico ya se había comunicado conmigo para decirme que habían logrado un acuerdo con la torre, y el único pero que ellos ponían era el día, el cual había sido escogido en viernes, y ellos sugirieron mejor en sábado para evitar problemas con el personal, a lo cual no alegué en lo absoluto, y finalmente solo había que confirmar, pero era ya casi un hecho que el 6 de diciembre tenía apartado el elevador.
Tras la aceptación y el permiso tuve que ir de nuevo al departamento de mantenimiento para solicitar el apoyo que habían propuesto, a lo que no hubo inconveniente; y unas dos semanas antes del evento volví a tener una junta de reiteración con la Torre, en la cual ya no hubo problemas ni mal entendidos.
La última junta petitoria que se dio fue con los encargados del equipo técnico de la esmeralda, con los cuales se pretendía pedir un proyector para la muestra del video de Wanabe Zombies, en la puerta del elevador descompuesto, así, la Gran Transformación se llevaría a cabo en el elevador en uso, en el otro se transmitiría el video de los wanabe.
Ahora solo faltaba conseguir a la cantante, la cual ya no tenía. Igualmente como dos o tres semanas antes, encontré a una vieja amiga, con la que ya había participado en performance anteriormente, la cual era soprano, y aceptó participar en el proyecto.
Como solo podía haber 11 invitados, elegí a gente que en alguna ocasión había contado con su apoyo en proyectos y demás, con lo que concluí en que sería un evento vip, a lo que tenía que hacer especial énfasis. Los invitados representaban al ojo social y sin rostro del sistema, el ojo muerto del zombie, y por ello, el único requisito que se pedía era que todos debían de llevar una cámara para registrar el evento desde su mirada ausente de dirección. Una semana antes de la realización de la pieza, cada uno de los 11 participantes, de una lista que se tuvo que modificar dos o tres veces, por compromisos de los invitados, cada uno de ellos recibió una invitación en movimiento (video invitación), donde el PSS (el sistema zombie) les invitaba y les brindaba el honor de participar en el ascenso. Luego de esto diariamente todos recibieron recordatorios con una cuenta regresiva para que no olvidaran los requisitos y la hora del evento.
Finalmente, como detalle de la trayectoria de estudio electroacústicos que llevaba, para la realización de la partitura para la soprano, pedí a un buen amigo, Mario Hernández, la realización de 11 dibujos que simbolizarían la transformación de humano a conejillo, la cual, la intérprete tendría que cantar según como los entendiese, a su vez, el baterista interpretaría el cambio de la cantante.
Los personajes que aquí se desarrollaban eran El Ser Ascendiendo, interpretada por una soprano, El Latir, que era la batería dando fuerza al corazón de quien asciende, y finalmente, la Rata Wanabe, personaje que sería anfitrión y guía para el buen uso de la pieza.
Llegó el día del evento, y todo comenzó a fallar. En esos días, el tráfico de la ciudad estaba terrible, por lo que el retraso en el tiempo fue casi general, teniéndolo hasta los encargados de mantenimiento que me ayudarían. La batería fue lo primero que se montó, para ya que el encargado del elevador, Juan Díaz apareció hacer la instalación de un amplificador para la voz en la parte superior de la cabina, esto para evitar que durante la ejecución la batería tapara la voz. Finalmente se hicieron pruebas del proyector para dejar casi todo listo, sin embargo ni la rata ni la cantante aparecían, y la asistencia vip era muy escasa, a casi media hora luego de la cita.
En un momento desesperado, pregunté a una amiga que el baterista llevaba si quería ser ella la cantante, sabiendo que lo importante no era la belleza vocal de la soprano, sino el grado de degradación que se suponía se debía presentar, y ella aceptó. A la Rata la tuve que ir a buscar de entre los estudiantes que iban a trabajar en fin de semana, y uno de ellos aceptó. Así que a media hora de “empezada” la cita, conseguí a Vianney Romero para que fuese El Ser Ascendiente, a Cristóbal Gracia como La Rata Wanabe, y al baterista que ya había confirmado desde el principio, Cesar Brito.
Con un atraso de más de una hora, el elevador nunca contó con la presencia de los invitados, especialmente seleccionados. De los de la lista original habían llegado solamente tres, así que empecé a conseguir también pasajeros para el viaje, aunque a la mera hora llegaron más de los invitados y los sustitutos tuvieron que ser excluidos (con mucha pena).
El video de Wanabe Zombies se proyectó en la puerta derecha del elevador, al terminar el video de 7 minutos, se llevó a cabo un sorteo para asignar el piso en el que cada invitado ingresaría al elevador, la Rata lleva a cada uno de estos a su nivel, para después bajar al sótano por los intérpretes, los cuales aguardaban en el sótano de la torre. El Latir y El Ser Ascendiendo suben al elevador, acompañados de La Rata, quien conducirá la cabina, y los otros dos comienzan a tocar, aumentando el ritmo y la intensidad a cada nivel, en los cuales los 11 invitados van subiendo. Mientras dentro de la cabina el ruido y la mutación gobiernan el ambiente, afuera, según las impresiones de los externos, el acercamiento de la cabina a cada nivel conseguía la emoción del incremento sonoro. Al llegar al último piso del recorrido el sonido para, los intérpretes descienden de la cabina, y La Rata regresa a cada invitado a su nivel inicial. Una vez ha bajado el último de los pasajeros, la pieza ha concluido, el ascenso ha sido éxitosamente conseguido.
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