domingo, 10 de junio de 2012

De la Angustia de No Ser

Pese a la participación en un par de festivales más, y un par de exposiciones más, habiendo sido excluido por el elitismo selectivo del mundo del arte y su sistema excluyente de galerías que tendían a la inclusión nepotista, ya cansado de tratar de encajar y de que el arte que hacía, resultara, decidí ceder. Pues ¿para qué pelear en un mundo de paradoja en donde se te enseña a ser libre de expresión, cuando debes someterte de una u otra forma a lo establecido? Era mejor dejarlo atrás y seguir; trabajando quizás en privado, pero ya no tratando de gustar, pues de nada sirve eso, si no puedes aprender primero a ser hipócrita. En la 25 Conferencia de Introducción al Psicoanálisis, Freud menciona que el problema de la angustia es un punto nodal en el que confluyen las cuestiones más importantes y diversas, tratándose, en verdad, de un enigma cuya solución arrojaría demasiada luz sobre el conjunto de nuestra vida anímica7. Así, en una perspectiva más personal, esa angustia del no ser, reflejada en los señalamientos freudianos, dejaron el camino en intermitente, en puntos suspensivos, sin esperanza y suma expectación. Tras esta nueva crisis en contra del arte mismo, comencé más a pensar que a crear, y obviamente a pensar en lo asqueroso e impenetrable que el mudo artístico era, mientras que a su vez tenía la presión de antes de declinar totalmente debía de terminar la carrera; así que traté de empezar a pensar también qué podría hacer para el final, como “celebración” y conclusión de todo lo que había venido haciendo, juntando la escultura, la acción, el dibujo, los sonoros… y a la vez denotar la influencia caricaturesca sarcástica e irónica de la escuela de Mtv de los 90´s, desde Daria (Eichler, 1997), con su juvenil apatía noventera, hasta la banda System of a Down, con un alegato internacional a las políticas capitalistas norteamericanas. Con solo una interrogante, empecé a trazar líneas de qué podría ser el proyecto con el cual me titularía, y mientras tomaba una elitista y talvez hasta racista y clasista clase de multimedia, dibujé una repugnante y grotesca criatura, a la cual, le hallé forma de cuyo o conejillo de indias, más que a otra cosa, pero ¿qué era para mi proyecto de titulación este feo personaje? Lo primero que me venía a la mente era hacerlo en escultura a manera de mega peluchote, como los que había estado haciendo antes en algunas piezas como Lo Vertiginoso de mi Ser (presentado en alguna de esas exposiciones que antes mencioné, y constaba de un juguete de fieltro de 3m de alto colgado en el techo de una galería), pero también tenía la necesidad de integrar esto al performance y la multimedia, por lo que pensando en grandes espectáculos como una versión que ví de la ópera Carmina Burana (Orff, 1937), la presentación de The Wall en Berlín de Pink Floyd, la gira Lights in the Sky de NIN, la ópera Storm in a head (Aperghis, 2006) la opera de siete días Litch Die Sieben tage der woche (Stockhausen, 1977) , y Der Ring des Nibelungen (Wagner, 1874) y quería meter esa gran escultura del Conejillo en un espectáculo donde pudiera usar todo lo que aprendí en mis clases de multimedia y electroacústica. Pero no se me ocurría nada. Con este bloqueo mental, solo quedaba escribir acerca de lo que pensaba que podía ser, así que escribí todo cuanto me venía a la cabeza, recopilando este raro análisis de lo que me pasaba y parecía pasarle al mundo, desde mi perspectiva subjetiva, que a los ojos ajenos podía ser concebida como inmadurez y falta de realismo, como el monstruo perfecto que era el sistema, no solo artístico, sino el sistema en general. Y con la presión que traía para sacar un proyecto escolar, la primera palabra que me vendría a la mente, dentro del ¿qué? Fue Ópera. Ya antes había trabajado bajo ese medio, con la pieza Micaelo e La Golpeatta, presentada en la primera exposición del colectivo Compadres Outsiders, donde un par de cantantes de ópera profesionales cantaban desde un balcón del casino metropolitano el final de The Godfather (Ford Coppola, 1972) al revés haciendo burla a lo inentendible que las ópera suelen ser (por su pluriculturalidad, lingüísticamente hablando) Mezclando ésta experiencia con lo que iba aprendiendo de clases de electroacústica, multimedia y otras con respecto al software Max Msp, mezclados con la primera palabra con la que asocié al conejillo de indias dibujado: Maduración. “Aquello a lo que más se tiene miedo es, evidentemente, la propia libido. La diferencia con la situación de la angustia realista reside en dos puntos: Que el peligro es interno en lugar de externo, y que no se discierne conscientemente”8 (Freud, 1917) La Maduración. Término que podría describir por completo la raíz de mi deserción, que luego de tanto tiempo de presión, de un momento a otro cedería, y ese momento estaba por suceder, quizás lo que ocurría era inmadurez, así que todo se resolvía en la acción de madurar para conseguir algo en realidad. En cuanto a definición refiere, frutalmente hablando, la madurez es el periodo en el que el fruto llega al momento justo/adecuado para ser comido. Reduciendo toda esta serie de pensamientos a una acción: Dejar ser devorado=Maduración. En la búsqueda de una coherencia, deduje que lo lógico, teniendo las influencias de Wagner y Stockhausen, sería dividir mi ópera en x cantidad de actos, por lo que decidí que fueran cuatro las etapas de la pieza, que ya formalmente se llamaba Conejillo de Indias. Para empezar a concretizar la idea de mi proyecto, con las bases que había mentalizado, por la acción de la asociación de ideas y términos del primer periodo de pensamiento, decidí dividir la pieza en las distintas etapas en la vida del ser para madurar y convertirse en el Conejillo de Indias del sistema: 1.- La Libertad 2.- La Maduración 3.- El Ascenso (a Conejillo) 4.- El Experimento Habiendo fijado los terrenos donde me desenvolvería el siguiente paso era poblarlos de ideas, razones, y construir una lógica para dentro de sí. Había elegido este orden a manera de tratar de definir los estados de la vida del ser desde el momento en el que es libre hasta el que ya no le queda nada de su libertad, creando aquí, solo con nombrar mis actos, la tragedia de la automutilación, donde el hombre no es despojado de su libertad, él la regala a cambio de integración a la sociedad, que tan suculenta le habían mostrado que era. Siguiendo escribiendo la mitología dentro de la pieza, los conceptos dentro de cada acto ya habían sido delimitados: [1.- En el acto de la libertad, el ser nace libre, pero es enseñado a necesitar la falta de libertad, se le muestra que está mal ser libre, pues se necesita del soporte de la sociedad, y no una segunda opción para ejercer la libertad, sino siendo exiliado. 2.- Así que, voluntariamente, el ser aprende a perder su libertad madurando. 3.- Y una vez que ha madurado, tiene la oportunidad de ascender del estado de bestia libre a partícipe del sistema. 4.- Como Conejillo de Indias, debe de servir para un experimento, que vendría siendo aquí la sociedad misma.] Cada uno de los conceptos, sus derivaciones, documentaciones y posibilidades, desde la generación de la maduración como punto de partida entonces son registrados casi en tiempo real en un blog llamado La Bitácora del Conejillo (http://cditiempodecreacion.blogspot.com), la cual atestiguó los procesos, los porqués, los éxitos y los fracasos a los que el conejillo se ha enfrentado hasta la fecha; así muy parecido a lo que sucedió en la posproducción del Conejo Rojo, las redes sociales se vuelven partícipes que sustentan la existencia efímera de cada bloque artístico dentro de la estructura conceptual de la pieza, y servirán de apoyo para escalonar conceptualmente los peldaños que forman la serie en su totalidad. Creado a grandes rasgos la historia que tenía que desarrollar, debía de conectar todos los puntos a mi disposición y encontrar una lógica entre sí. Así que lo primero era definir la lógica temporal de presentar los actos, si realmente importaba el orden de presentación o no, y motivado por la falta de coherencia temporal que usaban artistas como Tarantino o González Iñárritu en sus cintas, o como el orden de presentación del Cremaster de Matthew Barney, la llamada destemporalización, que puede definirse como el rechazo al tiempo continuo, basado en las ideas de tiempo sincrónico, tiempo paralelo, tiempo psicológico, entre otros; y es éste tema un conflicto para estudiosos de varias especializaciones, la discontinuidad del tiempo como explicación del todo siendo que el tiempo físico, implicado al espacio tiempo que todos vivimos y el tiempo psicológico vendría siendo un tiempo subjetivo en donde la conciencia se transforma en el constructor temporal, teniendo textos como el de Rafael González Farfán, “La Cuestión del Tiempo”, que es basado en artículos sobre el tiempo de la revista Mundo Científico # 225, de donde menciono “Parecen irreducibles e irreconciliables estas nociones del tiempo”, en relación a los tiempos físicos y psicológicos; la conformación temporal del conejillo se basa más en lo aleatorio, con planteamientos discontinuos en la línea que simpatizan más con teorías surrealistas sobre la falta de azar debido al inconsciente perfecto, dictando pese a todo, que al tiempo físico como tal; ya en el campo del tiempo psicológico viene centrándose todo más bien en cuestiones subjetivas personales. Así pues, decidí entonces que no importaba el orden de las ejecuciones, siempre y cuando todas se llevaran a cabo, y es esta misma línea conceptual la que más adelante abalará la existencia de más spinoffs del conejillo, de las cuales, cuando iniciaba el proyecto no tenía idea que se realizarían (ver 1.2.2 Los 15 niños del desierto).

No hay comentarios: